
La ciudad amaneció blanca, bueno, grisácea. La gran mayoría de las personas comentaban que parecía un 6 de enero y por donde quiera que pasabamos se escuchaban las anécdotas porque al parecer nadie se dio cuenta. EXPLOTÓ EL GALERAS (como dijo el diario del sur) pero en silencio. Un vecino de alguna señora dijo que en la noche había estado lloviendo tierra, y la señora había reído, sin embargo para algunos no fue gracioso porque más de un accidente se vió por culpa de un piso resbaloso, o por ejemplo en las cuestas más empinadas como en las Quintas de San Pedro, los buses no habían podido subir.
Los andenes parecían las playas de Tumaco, por que los rios de agua estaban acompañados de una arena gris oscura y los jardines... ni que decir: juzgue usted mismo por la foto.
Sin embargo, para propios y extraños, el temor se confunde con la calma, los informes de Ingeominas alertan a la ciudadanía, pero mucha información se maneja a modo de rumor y chisme y todos arman sus propias conjeturas: que "cuando llueve tan fuerte como antenoche es porque algo va a hacer el Galeras", que "es mejor que llueva porque así el Galeras se calma", "que no es que se calme sino que se tapa!" y que "si está tapado entonces va a estallar!" y "que no va a quedar nada ni nadie".
Así que de toda la población en riesgo inmediato, solo dos familias fueron a los albergues. Y es que no se sabe qué es peor, que si no salen por que se quedan en riesgo de muerte o que si salen porque los "avivatos" los dejan sin pertenencias, y además POBRES GALLINITAS!, o vaquitas o cerditos o todos esos animalitos sin nadie que los proteja.
Yo por mi parte, sigo tranquilo. Me uno a las miles de personas que dicen que la muerte llega a la hora que le toca, porque en otras erupciones se ha sabido de gente que ha muerto tratando de huir de una emergencia que nunca llega a consolidarse y así mismo de gente que sobrevive como de milagro en las más graves tragedias por el simple hecho de que se hizo tarde para tomar el transporte que habría de llevarlo al lugar de los hechos. Y sin embargo no es un llamado a la indiferencia. hay que tener cuidado, tomar precauciones, pero además tener calma.
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